Capítulo 5
La filosofía es una mierda

Y así fue. El día volvió a comenzar a pesar de que yo me negaba a abrir los ojos. Me bañé y salí corriendo a las 6 y 20 de la mañana a buscar a Alejandro para llevarlo a la clínica. Mientras estábamos en la sala de espera se me ocurrió hacer un ejercicio práctico. Imaginé que alguien descubría por casualidad la solución a las grandes preguntas que por siglos han atormentado a los filósofos y a los otros también, qué es la vida, de dónde venimos, a dónde vamos, para qué estamos aquí. Extraño, no les parece. Imagínense por un segundo que las respuestas han estado todo el tiempo en frente nuestro, que se yo, en la interpretación de las nubes, en las huellas dactilares de un viejo, en las rayas de una cebra... whatever. Y qué tal si alguien de pronto descubre todo eso y todos lo aceptamos como cierto y de pronto la Verdad (y la verdad los hará libre...) nos ilumina de una vez por todas y se queda entre nosotros. Y allí me quedé, pensando hasta que una voz como de megáfono dijo: -López! y tuvimos que pasar al consultorio con la ortopedista Jessica. En la tarde, cuando me dispuse a escribir, todo este rollo se me vino a la cabeza una vez más: ¿Qué pasaría entonces? ¿La noticia seria portada del New York Times? ¿Deberíamos no ir a trabajar al día siguiente? ¿los pastores dejarían de mentir? ¿Alguien haría un disco tan genial como Fuerza Natural de Gustavo Cerati? ¿Ella me perdonaría? Si la respuesta a todo esto es no, la filosofía es una mierda.