Capítulo 10
Pensar antes de hablar
Pensar antes de hablar
Hace un par de días que vengo dando batalla con esto de encontrar un trabajo (si, trabajo Alicia, cualquier duda consulta el diccionario) y después de una serie de eventos desafortunados entre los cuales el factor común es el “bla, bla, bla” se me ocurrió una idea. En este punto debo explicar que con “bla, bla, bla” estoy haciendo referencia al hablar por hablar. Han visto que existe (es un nuevo fenómeno que crece en progresión geométrica) una significante cantidad de personas que habla como por deporte por la simple posibilidad de emitir sonidos con su boca, capacidad esta, que viene en la mayoría de los casos junto al ser humano, claro está a excepción de los mudos, (ese es otro caso, que ellos también tienen lo suyo). Como les decía, se me ocurrió la loca idea de que las personas deberíamos venir con un límite de palabras. Un número determinado de silabas que puedan usarse en el día y después nada. Esto evitaría que la gente hable porque puede. En muchos casos diciendo cosas que no son ciertas o prometiendo cosas que luego no cumplen (Obama puede servir de ejemplo a este punto). También nos ahorraríamos, llamadas para ofrecernos productos varios, discursos políticos, y escuchar a gente como Sarah Pailin, la “nazi” Michele Bachmann y “demases” quienes no tienen nada más interesante que hacer que ruido. Esta idea se pone aun mejor si los minutos no usados se pueden ir acumulando (como algunas compañías de teléfono hacen) para luego poder usarlos cuando mas los necesitemos. Me parece una teoría muy interesante. Pero ante la imposibilidad de que esto ocurra estaría bueno que todos nos tomemos unos minutitos para pensar antes de hablar.
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